jueves, 6 de diciembre de 2007

Con mi perro en la calle


En Caracas conocí una vez una señora, vivía allí, en la calle, ella había sido Miss saben? de esas que les arreglan todo, la cara, los senos, el cuerpo etc. Ella ya avejentada, con largos cabellos blancos, manos callosas, ojos que reflejaban un profundo e insospechado dolor, me contó que su pareja, con la que alguna vez convivió, la molía a palos, le pegaba siempre...hasta que un día, ella, la que fué, alguna vez, princesa de belleza, se fué de la casa para nunca más volver. Hoy, sí es que aún vive, deambula por las calles, ojalá alguién le haya tendido la mano, alguién tan solo y lleno de amor como ella. Ojalá!
A veces, la pobreza puede que no vaya solo por fuera, también, de un moler a palos la dignidad, el alma y la esperanza.


2 comentarios:

Ana Pallito dijo...

Pobres somos nós, de espirito, para que tudo isto esteja acontecendo.

Doi muito

Margarita Parada dijo...

É verdade Ana, essa era a ideia que eu quería, no fundo, certamente, refletir com este post.

Abraço, obrigada pela visita.